Estamos dentro. Vamos a luchar por el ORO en nuestra sexta final consecutiva.
Ha sido un partido duro, a pecho descubierto. En encuentros así no hay vencedores ni vencidos: ambos países, ambas comunidades debemos sentirnos orgullosos por poder de disfrutar de un espectáculo así. Después de unas temporadas complicadas para Les Bleus, volvían a unas semifinales mundialistas. Enfrente, España, su bestia negra. Ambas selecciones habíamos apretado al máximo durante semanas, sabiendo que, en el momento más caliente de la temporada, nuestras miradas se iban a volver a cruzar, desafiantes. Sabiendo que cualquier detalle determinaría que, en el momento clave del partido, el tiro crucial fuera escupido por el aro o entrara suavemente, haciendo gritar a unos de alegría y a otros de rabia e impotencia.
Pudimos con ellos. Tras una primera parte donde nuestro equipo no se reconocía, un tercer cuarto mágico nos puso por delante y nos hizo vislumbrar la final. Sin embargo, los franceses se rehicieron y pelearon hasta el final, teniendo bola para ponerse por delante a falta de 14 segundos y para empatar a falta de 4. El aro escupió ambas y sellamos el pase desde la línea de tiros libres. Fue un partido feo, plagado de faltas, tiempos muertos y tiros fallados (36% en TC entre ambos equipos). Nuestra DE forzó pérdidas y los dejó en 0 de 18 en triples. Pero ellos apostaron por un P como Durand de A, imponiéndose en la pintura y en el el rebote. Por suerte, el gran Maestro aprovechó esa reposición para convertirse el héroe de la eliminatoria al reventar a Durand con 19 puntos.
Esto es de todos: de una comunidad que apoya con palabras y hechos a la sub 21, así como de un grupo de mánagers que se subieron al barco, pese al fuerte oleaje durante toda la temporada, se mantuvieron a bordo y pudieron lucir sus mejores galas en el momento preciso. En ese momento en el que el tiro crucial debía ser escupido por el aro o entrar suavemente, haciendo gritar a unos de alegría y a otros de rabia e impotencia.
Vamos a por más, vamos a por Taiwán. Queremos que la medalla de Oro vuelva a saber a jamón serrano.